Uno de mis sueños infantiles nunca concretados fue el de aprender fotografía. Cuando era muy chiquita le había rogado a mi mamá que me compre una cámara, ella no accedió de ninguna forma y recién después de negociar algo así como cumpleaños, día del niño, navidad y reyes; finalmente me regalaron una.
Pero (siempre hay un pero) bajo terrible amenaza: “no te la pases boludeando y sacando a cualquier cosa, porque revelar el rollo sale caro”. No hace falta decir que la pobre cámara se convirtió en otro aparato familiar usado para actos escolares y reuniones, la única vez que me dí el lujo de usarla desde lo “experimental” fue aprovechando una excursión al Teatro Colón (spoilers: igual me cagaron a pedos por haber sacado tantas).

No quiero extenderme mucho más con la auto-referencia, pero entre trabajo, ocupación, falta de dinero… el hobbie de la fotografía se terminó convirtiendo en algo que me fue esquivo hasta el punto de la resignación. Hoy por hoy ya no me resulta algo tan irresistible, aunque reconozco que a veces me hace ojitos y pinta aplicar los pocos conocimientos que investigué con la cámara de mi celular.
¿Qué tiene que ver con todo esto el modo foto en videojuegos? Que me encuentra en esta situación de fotógrafa frustrada y, como a mucha gente, también en una postura de escepticismo absoluto; confieso sin ningún tapujo que habré dicho en el pasado “esta modalidad es una boludez” o “¿Qué sentido tiene algo así dentro de un juego?”. Pero como alguna vez comenté sobre Death Stranding y la pizza con ananá, hay que dejar de hablar por hablar y probar las cosas antes de evaluarlas.

Antes de utilizar el modo foto en Playstation, lo cierto es que tuve un símil acercamiento a la experiencia gracias a Witcher 3. Para ese entonces era lo mejor en gráficos que había visto hasta el momento, sumado al sistema de sombras, tiempo y climas dinámicos; sin darme cuenta me encontraba buscando lugares especiales con un paisaje sin igual y esperando al atardecer para sacar una buena captura de pantalla en tonos rosados y naranjas (es la mejor hora del día ¿no?).
Pero el paso adelante en el uso de esta herramienta sucedió con God of War. Los paisajes de este título son una locura visual, incluso en PS4. Midgard en particular reúne unos contrastes preciosos de verdes con el azul eléctrico del cielo que se funde en un reflejo iridiscente con el agua, gracias a la variedad de rosados y otros más vivaces reinantes en toda su flora. Además, el uso exquisito de texturas y materiales dorados de las armaduras y otras construcciones creaban el ambiente perfecto para sentir que estábamos recorriendo un lugar de ensueño.

Por eso me atrevo a reformular todavía más la afirmación: el modo foto puede ser TODAVÍA MEJOR que la vida real. No solamente nos permite capturar el trabajo artístico de tantas personas detrás de un videojuego, nos deja crear un recuerdo de ese momento de contemplación en donde disfrutamos un paisaje maravilloso que ni siquiera existe en nuestro día a día y que probablemente, si existiera, habría que hacer fila y esperar a que se corran los turistas.
Nunca fui a Europa, pero cuentan las malas lenguas (?) que la Fontana di Trevi está siempre estallada de personas y, las únicas veces que no pasa, es porque algún estudio de filmación pagó millones para desocuparla un rato.

Como si todas estas virtudes no fueran suficientes, dependiendo de qué estemos jugando, contamos con la posibilidad de editar las fotos y experimentar con otro mundo de oportunidades estéticas. Desde los filtros que nos dejan ver un paisaje de otra forma, a veces incluso alguna que nos guste más, hasta opciones que ponen a los personajes en poses que tal vez nunca podríamos haberlos visto en la historia clásica.
Esto no es todo, hay alternativas que más allá de una simple apreciación fotográfica, nos deja recrear una imagen a otro nivel de creatividad artística, como si pudiéramos pintar un cuadro nuevo de aquel que ya existe. Muchas veces leo sorprenderse gratamente a personas detrás de los departamentos de arte cuando se encuentran a su propia obra modificada de tal forma que parece sacada de un juego completamente distinto, creando una especie de feedback único entre artista y público, rompiendo otra cuarta pared sin darnos cuenta que lo hicimos.
https://twitter.com/Rina_VP/status/1468535724437876737
Quizá creas que estas son las únicas bondades del modo foto, pero te cuento que hay todavía más. Estoy segura que, de no ser por esta opción, mis horas jugando Ghost of Tsushima habrían sido muchas menos. Detenerme al ver un lago alimentado por una pequeña cascada mientras el sol se pone detrás de las ramas de un bonsai, solamente para seleccionar un filtro de otoño, elegir un horario de amanecer, cambiar el foco, la profundidad de campo, las partículas de pétalos amarillos, un suave viento y un clima nublado… me hacía los días, a veces mucho más que salir a tirar espadazos.
No hay nada más satisfactorio que ver terminada tu obra y fotografiarla. Tal vez lo subas a tus redes sociales, lo compartas en tus grupos de Whatsapp, te queden como fondo de escritorio (mi personal favorita) o simplemente sea un instante para pasar el tiempo por siempre guardado en una carpeta. El punto es que en ese instante añadimos un valor de rejugabilidad, porque jugamos a fotografiar y la pudimos pasar muy bien en el proceso.

Es posible que el modo foto no sea para todo el mundo, si todavía no podemos disfrutar de todos los géneros por igual (lo cual es comprensible, no traten nunca de regalarme un plataformero para mi cumpleaños), menos podemos esperar que hacer uso de un pasatiempo fotográfico como herramienta en un videojuegos le encante al 100% del público. Pero sí les puedo garantizar que no es “una boludez” como tantas veces he escuchado decir.

Quizá suene tonto, pero no tengo suerte (ni plata) para los viajes. Sin embargo, no me da vergüenza decir que visité la isla de Tsushima en primavera, antiguos templos escondidos en paraísos selváticos en la India con Uncharted: Lost Legacy, la mejor panorámica desde el Empire State en Spiderman, la ciudad oculta de Paititi en Shadow of the Tomb Raider… y más de una decena de hermosas civilizaciones mitológicas en juegos de fantasía. Valió tanto como el bromuro de plata que usan para los viejos rollos.
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La ilustración de portada por Maru Mendez