Este párrafo podría comenzar de dos maneras. La primera es que la economía nacional es un descalabro. Y ciertamente lo es. Desde siempre lo es. No ha habido en la historia nacional un período en que nuestra economía estuviese 100% estabilizada. El cambio de gobiernos con diferentes signos económicos e ideológicos ha derivado en un lógico desbarajuste a la hora de hacer las cosas. La segunda manera en la cual podría empezar este breve análisis es mucho más escaso de verbos: es el capitalismo, estúpidos. Y por supuesto no se reduce solamente a la PS5 sino a cualquier producto que existe y que no tiene producción o fabricación nacional.
El contexto de las empresas y el país
En una reciente nota, indico uno de mis deseos para el 2021: que se regularice el stock de PS5 y con esa regularización se llegue a un precio ecuánime. El anuncio de Sony de una nueva remesa de consolas apuntaba por fin a que las grandes cadenas iban a tener suficientes consolas para abastecer la demanda y estabilizar el precio con respecto a la oferta. Sin embargo, durante el fin de semana que pasó, nos encontramos con que una de las grandes cadenas fijó el precio de la PS5 en $250000.
Ese precio se duplica al intentar adquirir la consola en 18 cuotas porque el interés pondría los pelos de punta al mismísimo Shylock. Literalmente, la PS5 de costo original US$400 termina en nuestro país costando 10 veces más al hacer el pase a moneda autóctona. En alguna nota pasada ya explicamos, mal y pronto, el costo de la tecnología en nuestro país Argentina con respecto al precio original en dólares qué tiene en origen, y en otra muy buena nota, Pol Vecchio explica el porqué del precio de base de la consola, no obstante hago un breve resumen:
Una hora laboral en Estados Unidos está en el orden de los US$10, con lo cual un norteamericano promedio, de desearlo, podría adquirir una consola de última generación en el lapso salarial de una semana de trabajo. Si trasladamos la fórmula a suelo sanmartiniano, con un sueldo mínimo vital y móvil del orden de los $20000 descubriremos que la misma consola podríamos adquirirla en el lapso de un año de sueldos y eso por supuesto sin gastar un centavo en ninguna otra cosa.
Capitalismo teórico versus práctico
Esto es así porque las economías capitalistas no tienen de manera natural y orgánica un proceso de fijación y control de precios. Se sostienen en diferentes mecanismos, de los cuales el más conocido es la cantidad de oferta y la cantidad de demanda, pero no es el único. Los precios son exclusivamente de manera sugerida y entonces quedan al arbitrio del comerciante decidir de acuerdo a una serie de factores cuáles fijar. Esta dinámica es repetida en cualquier producto en esa posición específica de la cadena comercial. Es por eso que no existe el mismo precio para un producto en dos lugares de venta distintos.
Idealmente, cada cadena en un proceso de pura utopía capitalista, competiría con la siguiente mejorando los valores de la oferta, sin embargo la historia plena del capitalismo sobre todo en los países donde el mismo es frágil y manejado por oligopolios, nos da suficientes ejemplos de totalmente lo contrario. Las grandes cadenas, apoyándose en un stock pequeño de productos de importación, se ponen de acuerdo para ofrecer esos productos a precios que nada tienen que ver con los que corresponden de acuerdo a la sugerencia del fabricante, maximizando en el camino sus ya enormes márgenes de ganancia.
Los comerciantes tienen una excusa para su accionar predatorio y es la cantidad de dificultades que encuentran para conseguir los productos de importación, la imposibilidad de adquirir moneda extranjera, la carga impositiva, etc. Las razones de esa dificultades se encuentran dentro de lo falible del capitalismo el cual absolutamente liberado a sus máximos exponentes sería un régimen de destrucción de las clases más vulneradas.
Desde la Segunda Guerra Mundial y por influencia de John Maynard Keynes, el estado de supervivencia del capitalismo internacional se sostiene en la tasación impositiva, que llena las arcas estatales para hacer una más equitativa redistribución del ingreso. Keynes a pesar de sus detractores logró lavar la cara del capitalismo lo suficiente como para que haya una versión más humana del mismo en un momento de la historia en el cual una gran parte del mundo discutía la transición hacia sistemas económicos en boga.
Los Estados con “capitalismo con rostro humano” aplican medidas económicas que atentan contra los centros de influencia de ese mismo capitalismo en un tira y afloje eterno qué es el que a la larga y a la corta ocasiona esos nombrados desbarajustes.
Un país como Argentina con un gobierno peronista que busca aplicar un “capitalismo con rostro humano” debería ejecutar un férreo control de precios para absolutamente todos los productos que existen para el comercio aplicando multas y otros mecanismos a los comercios que incurriesen en abusos hacia el consumidor.
Sin embargo no lo hace. Y no solo eso, desde la oposición, enquistada en el capitalismo de rostro villano (?), y con una base de seguidores que en muchos casos también forman parte de esa población consumidora de consolas, se exige todo lo contrario. Que las empresas tengan una libertad irrestricta y absoluta de maniobra. El argumento es que el libre mercado se autorregula. Seguimos esperando las pruebas fehacientes de eso.
Crisis cambiaria permanente
El proceso inflacionario de nuestra moneda con respecto al dólar implica controles para detener la fuga de divisas. Se entiende. Es una dinámica en nuestra economía que prácticamente todos los gobiernos han tenido que enfrentar más allá de su signo ideológico. La única vez en la historia que el precio de una consola coincidió con su precio sugerido fue durante el menemato. Para lograr que las clases medias pudieran adquirir esas consolas (o cualquier ítem, producto o cosa) se requirió un 25% de desocupación, el desmantelamiento del aparato productivo, la destrucción del sistema ferroviario y la derivación de la economía al sistema especulador financiero.
Fueron de manera inobjetable demasiadas consecuencias nefastas para poder sostener la paridad cambiaria. Porque aparte, lo que potencialmente resuelve (la sensatez de los precios) no existe porque los pequeños negocios no pueden sobrevivir si no hay nadie que los proteja o una cultura de consumo que privilegie al comerciante local. ¿Y por qué habría lealtad si ni pestañean cuando tienen la posibilidad de cobrar algo a diez veces su valor? El consumidor y el vendedor tienen una relación tóxica.
La restricción a la compra de moneda extranjera es comprensible dentro de este contexto. A la vez, se ejecuta un sistema de sustitución de importaciones que regula la compra de bienes o productos en otros países dificultando por completo uno de los ejes centrales del capitalismo que es la posibilidad de competencia. El comerciante nacional sólo compite con exponentes nacionales y es por eso que fija precios desorbitantes en complot con una competencia que no es tal. Mientras la competencia debería tener que centrarse en el precio se termina centrando en la disponibilidad.
Lógicamente habrá, esperemos, una adecuación de precios una vez Sony regularice el envío de consolas y sea factible que más actores comerciales entren en la discusión porque de ser así, al estar solucionada la disponibilidad podrán centrarse (de no complotar) en mejorar el precio al público. Por supuesto enfatizo la parte de no complotar. Las cámaras de comercio son, de alguna manera, el espacio donde los capitalistas del sector terminan arreglando sus números siempre a merced del consumidor, nosotros, que tenemos que asistir al espectáculo de lo inadmisible que es presenciar como unos delincuentes de cuello blanco seleccionan a dedo el valor de los productos a la venta porque el sistema lo avala y un puñado de privilegiados -aunque tal vez indignados- asiste a la adquisición.
Lo que no nunca entra en discusión es si es hora de cambiar el sistema. Y no entra en discusión porque todos, con una cara u otra, son capitalistas. Lo bizarro es que los que te cobran $500.0000 una PS5, quieren una realidad que sea aún peor.
¿Entonces qué solución tenemos?
De momento, ninguna. Por peor que sea la situación económica actual, una paridad cambiaria (o una convertibilidad), solamente se logró hipotecando el presente y futuro de millones de personas. Estoy al tanto de que a muchos en nuestro hobby les importará un pimiento y que eligen su bienestar (en este caso, su consola)personal por sobre la economía de un gobierno que intenta ser de bienestar. El resto supongo que elegiremos ser buenas personas.
Quedan entonces dos posibilidades que funcionan en tándem: la primera, ya destacada unos párrafos más arriba, un control de precios severo que limite las ganancias y redondee un valor sensato donde se considere el poder adquisitivo de las personas así como las beneficios de quien vende el producto y los impuestos nacionales agregados.
La segunda es modificar de forma brutal nuestra cultura de consumo. Transformarnos en personas que no se dejan controlar ni por el hobby ni por el hype y que por ende, se rehúsan a adquirir una consola cuyo precio ha sido inflado a niveles de exageración insospechables. Llevar la demanda a cero y que entonces suceda lo que supuestamente sucede en el capitalismo que funciona bien: que el precio baje para acomodarse a la demanda o que el mal vendedor quiebre.
Claro que esto es complejo de aplicar porque la queja y la crítica siempre existe pero la realidad indica que hay muchas personas que pueden adquirir el producto en cuestión. ¿Cuánto tardaron en acabarse las primeras PS5 que se pusieron en preventa hace menos de seis meses? Menos de diez minutos.
A esta discusión no se llega porque la PS5 (o la Xbox o las placas de video), tenga un precio de $100.000. O $250.000. O $500.000. Pasa con cualquier cosa. La economía argentina, en una contienda infinita entre los capitales especulativos y los procesos de crecimiento productivo, ha olvidado que ya no estamos en 1950 donde un IAPI podía oficiar de intermediario. Donde con un perfil de potencia mundial podíamos atrevernos a tener una industria pesada nacional.
Pasaron procesos de apertura desarrollista, adquisición de deuda, inflaciones y dictaduras y nunca se avanzó (no de forma seria y sostenida) con un proyecto interno de fortalecimiento de industrias nacionales. Producimos mucho acá, pero para firmas extranjeras. Cobrando poco gracias a las sucesivas “flexibilizaciones laborales”. Es fácil generar empleo de esa manera. Y, con libertad, es muy sencillo para Garbarino recibir diez PS5 de un container y cobrarlas lo que el Grupo Santamartah opina que es justo.
De alguna manera, son fieles al capitalismo que desean: el que crea sus propios sepultureros.
Si llegaste hasta acá y te gusta lo que hacemos en Press Over, medio independiente hecho en Argentina, siempre nos podés apoyar desde la plataforma de financiación Cafecito. Con un mínimo aporte nos ayudás no sólo con gastos corrientes, sino también con la alegría de saber que estás del otro lado.
Excelente artículo. Personalmente considero que la intervención estatal debería ser mucho más acechante, porque las sociedades son entes de costumbres y las PS5 (o 6 o 7) se van a seguir acabando hasta que entendamos que el consumo también es un acto político aunque cueste separarlo de lo recreacional. No puedo señalar con el dedo a nadie que la haya comprado porque también estuve del otro lado, con gastos innecesarios o irresponsables pero no puedo negar que sería en un punto emocionante ver cómo se derrumban los precios si las masas se movieran de esa forma que suena hasta en un punto idílica.
hay que ser medio pelotudo si esperas aueel causante del problema se ponga a solucionarlo, pero bueno es mas facil culpar al comerciante no?
Cuanta ignorancia toda junta. Debe saber de jueguitos porque de economía es alto ignorante.
Increíble la ignorancia del autor en materia económica. El capitalismo rige en todo el mundo avanzado y nadie se queja que las PS5 son caras allí. En Argentina no se consiguen PS5 por el mero hecho de que no hay capitalismo.
burro. Lee la nota. vas a salir que la play5 es cara porque estamos en un socialismo? Andaaa.
Socialismo es cuando la play 5 es cara. Cuanto más cara es, más socialista sos.
Tu sintesis me hace acordar al “si son pobres no merecen un tele”…
Tiene un poco de verdad, mientras el argentino siga comprando en argentina, los precios van a seguir volando por los aires, porque el gobierno defiende esos precios, distinto sería que sacara el bloqueo y uno pueda comprarse la consola por lo que realmente vale afuera, osea 160mil pesos más barato :I y allí, los negocios internos dirían “jaja, era chiste, ahora la ponemos al precio real”… pero no, vos pobre infeliz que lee estas notas pedorras, que afip puede ver claramente que no sos un evasor internacional, te impide comprar la consola, literalmente no podes importarla sin tener un dedo en el culo de afip. como los celulares inflados, como cualquier cosa inflada en argentina, avalada oficialmente por el gobierno al impedirte conseguirla al precio real.
Llamense al silencio antes de escribir todas estas chorradas. Solo se humillan ustedes mismos. Son pateticos, no tienen la mas puta idea de economia.
Excelente nota. Hay que tener en cuenta que la cultura del consumidor ha cambiado, ya no aplica tanto el “si está caro no compro entonces bajo el precio”. Se ha logrado vender lo mismo aunque este caro. Ya muy poca gente pone el efvo para comprar una play, se endeuda en cuotas con la tarjeta. Por eso podemos ver gente que apenas llega a cubrir una buena alimentación pero compra un celular de 35000 pesos tarjeteado.
El que escribió ésta nota es un boludo atómico, menciona oferta y demanda y se olvida de lo que le da entidad a eso que es la competencia, hecha la culpa al comerciante de fijar precios como si el comerciante no compitiera y pusiera el precio más bajo que puede… en fin, el que escribe es un votante kirchnerista o zurdo sin remedio, un comentario para vos capo, segui pensando y votando así, dentro de poco la vas a tener que pagar un palo a la consola.
Que tipo más burro el que escribio esta nota, en el 2023 SE VAAAAAAN CHORRROS