Uno de los pocos recuerdos que tengo de cuando era púber, es el de haber hecho una especie de limpieza profunda en casa – esas que suceden cada cierto tiempo cuando se alinean los astros – luego del divorcio de mis papás. Sí, un recuerdo medio desagradable por la situación, pero me dejó con una joya entre manos: la cámara analógica de mi papá.
A él siempre lo vi tomando fotos a diestra y siniestra. No porque fuera fotógrafo profesional, sino porque le gustaba capturar momentos especiales. Dicho y hecho, hasta el día de hoy tiene una maleta inmensa repleta de fotos, las cuales le voy robando de a pocos. Este interés/amor por la fotografía – en parte – me lo inculcó él y sin darme cuenta influyó en muchos aspectos de mi vida.
Por aquel entonces, yo ya estaba extremadamente manija con los Pokémon y todo su universo (anime, cómics, videojuegos, películas, juguetes, tazos, álbumes, peluches y más). Me llamaban mucho la atención por su similitud con los animales, y yo a los 8 años soñaba con ser veterinaria. Pero, ¿Qué tiene que ver la cámara con el juego? y ¿por qué deseaba tanto ser dueña de ese aparato? Ya va, calma.
No sé si lo recuerdan, pero el protagonista de la aventura de Pokémon Snap (1999) es el fotógrafo Pokémon Todd Snap. Él fue introducido primero en el anime, para ser más exacta en el episodio 55 (1998). Recuerdo haberme quedado anonadada cuando lo vi. Era perfecto (no él, su trabajo). Viajar por el mundo tomándole fotos a estos bichos maravillosos en su hábitat natural. ¿Qué podía fallar? Ah sí, que en el mundo real no existen y ese no era un trabajo real. Es así como tomé mi amor por los animales, lo mezclé con la preciada cámara de mi padre y pasé de querer ser veterinaria a fotógrafa de Animal Planet.
La primera vez que pude poner mis manos en uno de los -costosos- cartuchos fue en el año 2000, en casa de una amiga del colegio. Cuando lo vi no lo podía creer, por fin yo podía ser Todd. Casi se me sale el corazón. Está de más contar que le arranqué el joystick de las manos a mi amiga y me puse a fotear sin parar. Estuve toda la tarde enganchadísima y durante las siguientes semanas me dediqué -con mucho empeño- a juntar mis monedas para poder alquilarlo en Blockbuster todas las veces posibles.
El juego no reinventó la rueda, lo sabemos. Es básicamente un paseo por siete distintos escenarios en donde observamos a los pokémon disfrutar de sus alrededores y ser ellos mismos. Algo realmente hermoso. No tenemos ninguna misión estipulada ni apuros, tan solo mirar y esperar. Eso sí, si pretenden re jugarlo estos días, aviso que los gráficos son más duros de lo que recordaba.
Conforme avanzamos en los niveles se nos otorgan perks. Reemplazamos el lanzar pokebolas por manzanas para así hacer que los bichos caminen/reaccionen y poder captar momentos únicos. Más adelante aparecen las bombas de olor y la pokéflauta. Cada uno con su efecto particular que nos va desplegando más magníficas y únicas poses de los pokeamigos.
Entre escenario y escenario el profesor evalúa una fotografía de cada tipo de criatura captada. Queda en nuestras manos elegir cuál le mostraremos, así que debemos afinar el ojo crítico. Por cada una se nos asignará un puntaje en aspectos como: situación, pose, tamaño, técnica y si hay más de un poke en la foto.
El día que me dediqué a jugar el Snap “viejo” me reí como hace 20 años. Sí, fue tan sólo un día porque no toma más de 6 horas pasarlo por completo. Una pena. Pero con cada pequeño avance, cada paneo y cada giro del joystick se me despertaba un recuerdo nuevo. Mi sonrisa se amplió tanto que terminé con dolor de cachetes al concluir mi travesía.
Algunas cosas las recordaba. Como el Pikachu que se sube a la tabla de surf o el pegarle a los Electabuzz con una manzana para que usen su electricidad. Aunque otros -muchos otros- se me habían olvidado por completo. Estuve una buena cantidad de tiempo intentando recordar que para conseguir a Gyarados hay que empujar a Magikarp hacia una catarata, que para Articuno hay que tocar la pokéflauta o que Charizard sólo aparecerá si empujamos a Charmeleon dentro de un volcán.
Claramente durante mis pocas horas de juego di miles de vueltas por cada uno de los escenarios. Ya no para descubrir a alguno de los 63 pokémon disponibles, sino para superar los puntajes de mis capturas. El haber estudiado una carrera como Audiovisual – en donde la fotografía es fundamental – me otorgó excelentes y aceitadas habilidades en este re-run y completé mi misión con creces. Créanme que fui muy exigente conmigo misma. ¿El único problema? No tenía la opción de compartir aquellas fotos con el mundo.
Obvio esto tiene un por qué y es que es un título de hace 21 años. Es por eso que cuando vi el tráiler de New Pokémon Snap, una de las cosas que más me emocionaron fue la capacidad de compartir las imágenes en tiempo real en esta especie de Instagram pokemoniaco. Eso y el hecho de que de 63 pasamos a 200 pokémon disponibles para fotografiar. Un mix de todas las generaciones. ¡Qué fiesta!
Si bien hay información sobre los cambios implementados de una entrega a otra, he optado por no ver nada más que el tráiler para poder sorprenderme y revivir la experiencia de la Rai de 8 años que aún vive en mí y sigue frustrada por no haber sido fotógrafa de Animal Planet. Ya estamos a una semana y mi emoción crece día a día, como no me pasaba desde hace mucho tiempo. Un sentimiento que sólo esta franquicia tan cercana a mi corazón puede generar.
Game Freak me compró desde el ya con esta nueva versión y potenciaron mi emoción con la extensión del catálogo y las horas extra de gameplay. Lo único que espero es que pongan nuevos perks que despierten distintas poses en mis amados bichos y lo más importante de todo, que se mantenga ese sentimiento de espontaneidad y naturaleza del primero. Aquel que me hizo sentir parte del hábitat y una privilegiada de poder dar vueltas por el pokemundo y ver a sus magníficas criaturas ser ellas mismas.
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Comparto tu amor con Pokemon (sobre todo en los tardíos 90), pero el Nintendo 64 era para mi casi un ser mitologico. Habrá que jugar al nuevo entonces
Aunque a Nintendo no le guste… siempre se puede emular. Hay uno de N64 que se llama “Project64” y está MUY bien. Y por lo otro, sí! Más vale que hay que jugar el nuevo 🙂