Ayer me levanté emocionada. Sabía que exponía a la noche, así que me elegí una linda remera de Sonic y consideré frente al espejo lo largo que tengo el pelo por la cuarentena. Por fin me iba a encontrar con mis amigos de la comunidad gamedev.
Y se acercó la hora. La cita para el público era a las 20, pero les expositores teníamos que estar 15 minutos antes para las fotos. Así que fui hasta allá, elegí mi mejor avatar pixelado (uno con el pelo verde menos desteñido que el mío) y entré a la fiesta.
El encuentro era en una galería virtual, de la que les hablé la semana pasada. El evento se llamaba Pase y Cierre La Puerta, y consistía en una serie de performances artísticas de distintos tipos, música en vivo, poesía, micro obras de teatro y, claro, videojuegos. Y esta última sección estuvo organizada por Game On! El arte en Juego y Women In Games Argentina.
Lo interesante es que no era una mera lista de links para jugar, sino un espacio virtual para recorrer y encontrarse con toda la gente que estaba dando vueltas. Y todo el mundo enseguida se compenetró con el roleo.
“Che, ¿alguien tiene fuego?”, “Se tiraron un pedo”, “Loco, ¡respeten el distanciamento!”, “¿Alguien trajo un pen con música?”, “¿Vieron a una santiagueña por acá? – ¿Y como la reconocemos? – Por el acento, obvio”. Así eran algunas de las conversaciones que se escuchaban en las distintas salas. Gael, el hijo pequeño de la organizadora Luján Oulton, tenía su propio avatar y andaba dando vueltas por ahí (NdE: me muero de amor).
En un momento se lo consideró un niño perdido, y todos se pusieron a aplaudir (*clap clap*) para que apareciera su madre. Al rato, un amigo gritó “And Peggy!” en el hall, lo que desencadenó que un montón de personas que no se conocían empezaran a cantar una de las canciones del musical Hamilton (sí, somos como una secta). Esas son algunas de las montones de pequeñas situaciones, cotidianas, reimaginadas en este marco de virtualidad compartida.
Aunque el evento que apadrinaba toda esta movida era de 20 a 21 horas, nos quedamos en la galería hasta eso de las 22:30. La gente bailó, corrió carreras de un lado al otro de las salas, charló sobre la vida, y se encontró en un pequeño rectángulo de la pantalla que se volvió, durante ese par de horas, un lugar cálido y familiar.
La galería va a permanecer abierta por unos días más, así que todavía pueden entrar y jugar los nueve juegos disponibles de desarrolladores locales. Es cuestión de ir hasta las salas y sentarse frente a una de las terminales a jugar. Pero sshh, no despierten al gatito que duerme al lado de las compus.